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Tengo sed de ti

El salmo que meditamos hoy en la noche en la oración de completas de la Liturgia de las horas, el 142, 1 al 11, en uno de sus párrafos dice el salmista "tengo sed de ti como tierra reseca". La tierra reseca, a falta de agua, como vemos en la imagen, comienza a resquebrajarse, pone por bloques dura, se quiebra. Esa es la consecuencia por no haber recibido agua. Así, haciendo un paralelo con esta imagen que utiliza el salmista, nuestro interior se quiebra al estar totalmente seco por no haber bebido del agua auténtica que la da Dios. Por esto clama en el salmo "tengo sed de ti", pues al estar uno en esta situación no hay otra solución más que mirando hacia lo alto decir con fuerza como la samaritana "Señor, dame de beber".

Por otro lado, a veces, uno no alcanza a ver este resquebrajamiento de su propia tierra interior, entonces valdría la pena preguntarse sobre la sed que experimenta, esa si es una señal de falta de algo auténtico en nuestra vida, es una señal de ausencia de verdad, de que probablemente hay algo que no estamos haciendo bien y que debemos reconocerlo para pedir perdón y regresar corriendo hacia la casa del Padre como lo hizo el hijo pródigo. En ese momento diremos Señor "tengo sed de ti como tierra reseca" esto significa un paso de humildad, significa reconocer la situación en la que estamos y que queremos seguir en el camino, por eso nos volvemos hacia él.

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