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Mostrando las entradas etiquetadas como Sagrada Escritura

La sagrada Escritura nos prepara para toda obra buena

Hacia los últimos versículos de la primera lectura [II Timoteo 3, 10-17]  que nos presenta la liturgia de hoy nos encontramos con unas hermosas palabras sobre las bondades de ese conocimiento de la Sagrada Escritura que se logra a través de su lectura constante. "15 y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; 17 así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena". Y es importante resaltar esto dicho en el último versículo. Pues este ejercicio nos prepara para realizar una obra de bien, porque "es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón." (Hebreos 4, 12) Bened...

Fe en la Palabra de Jesucristo

Continuando con la meditación del Evangelio que hoy nos propone la liturgia (v er aquí ), ahora con una segunda reflexión, nos fijaremos en el diálogo que mantiene el Señor con un funcionario real en Galilea que al saber de su llegada y teniendo un hijo enfermo, fue a verlo y le suplicó que acudiera a ver a su hijo moribundo. Jesús le dice "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen", luego el funcionario sin hacer mucho eco le responde "Señor, baja antes que mi hijo se muera", entonces Jesús le dice "Vuelve a tu casa, tu hijo vive". En este caso el Señor no acude al lugar en donde se encuentra el hijo del funcionario, no se dirige a realizar un milagro como en otra ocasión en el sitio en donde se le reclama, esta vez hace algo distinto, para la fe del funcionario el Señor pronuncia unas palabras, sin estar en el lugar, lo dice, al funcionario le corresponde creer, y esto es lo que hace, como vemos en el Evangelio "el hombre creyó en la palabra ...

Anuncio de la Palabra de Dios

El hombre de hoy que hace oración y que reza y medita la Palabra de Dios está invitado a enseñarla a los demás, no quedársela para sí mismo, sino compartirla, pues esta Palabra que está en la Sagrada Escritura nos da sabiduría, nos enseña a proceder rectamente en cada una de las cosas que cada día debemos hacer. Cada mandato del Señor, nos dice el Evangelio, hay que enseñarlo como es y sin saltarnos uno de los preceptos "menos importantes". Nosotros experimentamos la sabiduría que nos da la meditación de la Sagrada Escritura, con esta consciencia es que debemos enseñar a los demás lo que Dios nos enseña y decir como Moisés "yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor". Cumplir y enseñar su Palabra es lo que el Señor nos pide.

Los enemigos de la Palabra de Dios

En la lectura del Evangelio de hoy el Señor Jesús, luego de relatar la parábola del sembrador hace una explicación de ésta a pedido de los discípulos que le preguntan sobre el sentido de lo que había dicho, entonces el Señor responde: «El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesent...

Estar pendiente de su Palabra

Estar pendiente de algo implica estar preocupado, atento en algo que se espera, hay mucha expectativa sobre ese "algo" por esta razón nuestra atención se dirige hacia ello. En el Evangelio de hoy ( Lucas 19, 45-48 ) hacia la última línea se da una clave que llama la atención; además de la actitud del Señor en respuesta a la poca reverencia frente a la casa de Dios, que es una casa de oración, se trata ahora de los sumos sacerdotes, letrados y senadores del pueblo quienes querían hacer algo en contra de Jesús, para quitárselo de en medio y dice el Evangelio que "se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios". La actitud del Pueblo es la que despierta la atención, ellos tenían expectativa en lo que el Señor Jesús pronunciaba, esperaban su Palabra, estaban pendientes de sus labios. ¿Es esta nuestra actitud? ¿Nos preocupamos por escuchar con atención sus enseñanzas?

Dulzura y ardor

 "...al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor" le dice el ángel a Juan en la primera lectura que meditamos en la Liturgia de la Palabra de hoy ( Apocalípsis 10, 8-11 ), entonces Juan hizo lo aconsejado y experimentó lo descrito, luego de ello se le dijo: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes". Lo que Juan sintió dulce como la miel era el librito que le fue dicho que se lo coma. Éste es dulce al paladar, pero luego de esa dulzura viene un ardor que es lo que nos impulsa al anuncio, como queda dicho en la misión que se le propone a Juan luego de su experiencia. A él se le invita a profetizar, a nosotros se nos pide anunciar, no debemos quedarnos en la dulzura solamente, se produce el ardor cuando hemos digerido en el estómago, cuando hemos masticado y extraído todos los nutrientes que nos da la Palabra de Dios, ése ardor nos impulsa a proclamar, anunciar.