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Mostrando las entradas etiquetadas como Apostolado

..."en medio de vosotros hay uno que no conocéis"

¿Quién está en medio de nosotros? ¿Quién es al que se refiere San Juan? Los judíos, dice el Evangelio de hoy (Jn 1, 19-28), habían enviado sacerdotes para averiguar si es que Juan el bautista era aquél Mesías al que esperaban "Yo no soy el Mesías" dijo Juan, y más adelante les dice: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia." Anuncia así a Jesucristo el Hijo de Dios que está presente en medio de todos ellos y que aún no lo conocían. Esto último me llama a reflexionar una idea, la presencia de Jesús hoy en medio de nosotros y el hecho que hay muchos que no lo conocen, al respecto me pregunto: Los que lo conocemos ¿Qué hacemos para que otros lo conozcan? En medio de nosotros está el Niño Jesús a quien varios pastores y pobladores hemos visto pero a quién muchos aún no conocen, ni han escuchado de hablar de Él y la salvación que nos ha traído. ¿Qué hacemos l...

Características de un apóstol

En la primera lectura que la liturgia nos propone hoy, tomada de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses (2, 9-13) el Apóstol nos propone un breve desarrollo, desde un testimonio de su acción evangelizadora, de lo que hace un apóstol. Se proponen aquí cuatro aspectos importantes que todo enviado de Jesucristo debe cumplir en su misión. Primera: Predicar la buena noticia con trabajo y fatiga. San Pablo recuerda a esta comunidad que la tarea de llevarles el Evangelio les ha costado, no es cosa fácil. Un apóstol debe desgastarse en el anuncio de la Palabra del Señor Jesús. Una buena señal que se está realizando este trabajo es precisamente darse cuenta que cuesta y experimentar esa fatiga al hacerlo. Segundo: El testimonio de conducta.  Aunque escuchar la Buena Noticia es esencial, importa también la buena conducta del enviado a hacerlo, en esto los oyentes descubren que la Palabra de Dios actúa en los que viven aquello que han escuchado y han creído. El apóstol debe...

Enseñemos la Palabra de Dios

En la primera lectura que nos toca hoy (Hechos 18, 9-11) nos encontramos con las palabras del Señor Jesús a Pablo en una visión y con la respuesta de Pablo. Veamos: «9 El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: «No tengas miedo, sigue hablando y no calles; 10 porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad.» 11 Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios». El Señor Jesús da el aliento a Pablo, aliento que para su misión la necesita, considerando las contrariedades por las que atraviesa por anunciar a Jesucristo. En segundo lugar aprendamos de Pablo, debemos enseñar a los hermanos la Palabra de Dios, debemos en nuestro apostolado hablar de Jesucristo, el mundo necesita testimonio de él. Para enseñar la Palabra de Dios a los demás primero nosotros la debemos meditar, debemos conocerla y estudiarla.

Luces para el apostolado desde la experiencia de anuncio del Evangelio de Felipe

En la primera lectura de hoy descubrimos un breve itinerario apostólico que parte por ese impulso del Espíritu Santo hacia el apóstol, implicando del lado del apóstol una relación cercana con el Espíritu Santo, para ser dócil y colaborar, cooperar con esfuerzo ante sus inspiraciones. Leamos la lectura: En aquellos días, el ángel del Señor le dijo a Felipe: "Ponte en camino hacia el Sur, por la carretera de Jerusalén a Gaza, que cruza el desierto." Se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido en peregrinación a Jerusalén. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo el profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y pégate a la carroza." Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: "¿Entiendes lo que estás leyendo?" Contestó: "¿Y cómo voy a entenderlo, si nadie me guía?" Invitó a Felipe a subir y a sentars...

Lo que sabemos y hemos visto

En el Evangelio de hoy se nos presenta una conversación entre el Señor Jesús y Nicodemo, en el diálogo, éste no entiende cómo será posible nacer de nuevo, que era lo que el Maestro les estaba enseñando. Entonces Jesucristo le responde con las dos líneas que meditaremos a continuación. Esta meditación nos servirá para revisar algunas ideas respecto al apostolado. De lo que sabemos hablamos En el tiempo de la resurrección los discípulos del Señor Jesús salieron a anunciar esta buena noticia, que él, el que había venido, el que enseñó, sanó, obró milagros, fue crucificado y murió, ha resucitado, que se había cumplido todo según su Palabra. Esto es lo que los apóstoles del Señor comienzan a predicar, es sobre lo que hablaban pues era lo que sabían, y comienzan a enseñarlo, es así que se cumple lo dicho por Jesús a Nicodemo "de lo que sabemos hablamos". ¿Qué sabemos ahora? ¿Conocemos nuestra fe? ¿Conocemos lo que profesamos en la oración del Credo? ¿Conocemos al Señor Jes...

Por obra del Señor Jesús

En la primera lectura que la liturgia nos propone hoy, Pedro nos da una lección acerca de cómo hoy debemos proceder en nuestras acciones evangelizadoras, acciones de apostolado, en la pastoral. Ayer en la primera lectura se narró la curación milagrosa que realizan Pedro y Juan en nombre de Jesús a un paralítico; hoy, vemos cómo el pueblo había quedado en mucho asombro ante el suceso, entonces Pedro les dirige unas palabras al verlos reunidos y comienza con dos preguntas "¿Por qué os extrañáis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio poder o virtud?". En esta pregunta está la clave, no han sido ellos los que han obrado, no lo han hecho con propio poder o virtud, al contrario han obrado en nombre del Resucitado. Pues porque el ciego ha creído en el nombre de Jesús, le ha devuelto la vista, ha sido curado. Entonces queda claro que es nombre de Jesús que los discípulos comienzan a obrar cosas maravillosas, no por sus propias fuerzas,...

Estar pendiente de su Palabra

Estar pendiente de algo implica estar preocupado, atento en algo que se espera, hay mucha expectativa sobre ese "algo" por esta razón nuestra atención se dirige hacia ello. En el Evangelio de hoy ( Lucas 19, 45-48 ) hacia la última línea se da una clave que llama la atención; además de la actitud del Señor en respuesta a la poca reverencia frente a la casa de Dios, que es una casa de oración, se trata ahora de los sumos sacerdotes, letrados y senadores del pueblo quienes querían hacer algo en contra de Jesús, para quitárselo de en medio y dice el Evangelio que "se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios". La actitud del Pueblo es la que despierta la atención, ellos tenían expectativa en lo que el Señor Jesús pronunciaba, esperaban su Palabra, estaban pendientes de sus labios. ¿Es esta nuestra actitud? ¿Nos preocupamos por escuchar con atención sus enseñanzas?

Dulzura y ardor

 "...al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor" le dice el ángel a Juan en la primera lectura que meditamos en la Liturgia de la Palabra de hoy ( Apocalípsis 10, 8-11 ), entonces Juan hizo lo aconsejado y experimentó lo descrito, luego de ello se le dijo: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes". Lo que Juan sintió dulce como la miel era el librito que le fue dicho que se lo coma. Éste es dulce al paladar, pero luego de esa dulzura viene un ardor que es lo que nos impulsa al anuncio, como queda dicho en la misión que se le propone a Juan luego de su experiencia. A él se le invita a profetizar, a nosotros se nos pide anunciar, no debemos quedarnos en la dulzura solamente, se produce el ardor cuando hemos digerido en el estómago, cuando hemos masticado y extraído todos los nutrientes que nos da la Palabra de Dios, ése ardor nos impulsa a proclamar, anunciar.

Ayudar a que reconozcan al Señor

Aquellos que reconocemos al Señor Jesús, como el discípulo amado que lo vio de lejos y le dijo a Pedro y a los demás que estaban con él en la barca "es El Señor", o como Juan el Bautista que ve pasar al Señor a lo lejos y le indica a sus discípulos "He ahí el Cordero de Dios", así nos corresponde ayudar a los demás, nuestros hermanos, a reconocerlo, debemos mostrarles quién es el Señor y señalarles donde está. Tenemos que ayudar a que reconozcan la visita de Dios, para que se conviertan y crean en el Evangelio y conozcan la Vida Eterna, la anhelen, se arrepientan de sus pecados con el Señor buscando vivir siempre en adelante aferrados a él. Éste es un camino que también es siempre el nuestro.