Características de un apóstol

En la primera lectura que la liturgia nos propone hoy, tomada de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses (2, 9-13) el Apóstol nos propone un breve desarrollo, desde un testimonio de su acción evangelizadora, de lo que hace un apóstol.

Se proponen aquí cuatro aspectos importantes que todo enviado de Jesucristo debe cumplir en su misión.

Primera: Predicar la buena noticia con trabajo y fatiga. San Pablo recuerda a esta comunidad que la tarea de llevarles el Evangelio les ha costado, no es cosa fácil. Un apóstol debe desgastarse en el anuncio de la Palabra del Señor Jesús. Una buena señal que se está realizando este trabajo es precisamente darse cuenta que cuesta y experimentar esa fatiga al hacerlo.

Segundo: El testimonio de conducta. Aunque escuchar la Buena Noticia es esencial, importa también la buena conducta del enviado a hacerlo, en esto los oyentes descubren que la Palabra de Dios actúa en los que viven aquello que han escuchado y han creído. El apóstol debe apuntar a tener una conducta santa, justa e irreprochable, y que de esto sean testigos Dios y los demás.

Tercero: Exhortar a llevar una vida digna de Dios. Una tarea del apóstol es la de instar, insistir con ahínco, con empeño, a las personas a que su vida sea digna de Dios y este trabajo debe hacerse de manera personal, es un trabajo con cada uno de los que Dios pone en nuestro camino, dice San Pablo "como un padre a sus hijos". Se trata de exhortarlos a vivir dignamente para poder llegar a la meta que es el Reino y la Gloria a la que el Señor nos llama a todos.

Cuarto: No cesar en dar gracias a Dios por los frutos de acogida a la Palabra divina. Finaliza San Pablo dando una acción de gracias a Dios porque cuando recibieron la Palabra que se les ha predicado, los que los escucharon, aceptaron esa Palabra, no como palabra humana sino como Palabra de Dios. El apóstol debe dar gracias a Dios porque se da cuenta que su gracia actúa en las personas a las que anuncia su Evangelio.

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