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Las 3 preguntas y las 3 respuestas de Jesús a Pedro


"Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»." (Jn 21, 17)

Este pasaje forma parte del evangelio de Jn 21, 15-19 en el cual encontramos las tres preguntas del Señor Jesús a Pedro y a su vez, las tres respuestas del Maestro. 

Para entender a fondo la raíz de estas preguntas y respuestas nos viene perfecto dar una mirada a lo escrito por el papa Benedicto XVI al reflexionar sobre estas palabras.

La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (filô-se)", es decir, "te amo con mi pobre amor humano". Cristo insiste: "Simón, ¿me amas con este amor total que yo quiero?". Y Pedro repite la respuesta de su humilde amor humano: "Kyrie, filô-se", "Señor, te quiero como sé querer". La tercera vez, Jesús sólo dice a Simón: "Fileîs-me?", "¿me quieres?". Simón comprende que a Jesús le basta su amor pobre, el único del que es capaz, y sin embargo se entristece porque el Señor se lo ha tenido que decir de ese modo. Por eso le responde: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero (filô-se)". (S.S. Benedicto XVI. 24 de mayo, 2006)

Como hace notar Benedicto XVI, el Señor mira a Pedro como quien es y sabe lo que le puede entregar, su amor humano, con carencias, pero con el único amor que es capaz de amar.

En las respuestas de Jesús a Pedro nos podemos preguntar ¿Quiénes son los corderos y las ovejas? 

Busquemos la respuesta en los Evangelios. En Mt 10, 6 dice "dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Y más adelante en Mt 15, 24 "Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»". Luego está la parábola de la oveja descarriada (Mt 18, 10-14) Y en Jn 10, 1-16 vemos a Jesús como el Buen Pastor cuya voz es reconocida por las ovejas del redil, también como la puerta para que las ovejas se salven (v, 9), como el que da su vida por las ovejas (v, 11) y presenta su deseo: "un solo rebaño, un solo pastor" (v, 16).

Queda más claro ahora, cuando Jesús habla de sus corderos y ovejas se refiere a su pueblo, a su Iglesia. Le pide a Pedro que apaciente a su pueblo, es decir, que les de el alimento que necesitan, que sea un Buen Pastor para ellos.

Al meditar este Evangelio, también podemos descubrir que el Señor nos invita a todos los que lo seguimos a ser apacentadores de sus ovejas, pues nosotros también hemos sido apacentados. Y esto significará: Dar pasto espiritual, instruir, enseñar.

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