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Él transforma la tristeza en alegría


Al finalizar el Evangelio de hoy vemos que el Señor, dirigiéndose a sus discípulos, les dice: "pero vuestra tristeza se convertirá en gozo" [San Juan 16, 16-20]. Y esta es una primera idea que contiene un gran mensaje, sólo Él, Dios, tiene el poder de transformar la tristeza en alegría. 

Y el Señor les advierte una dualidad en el ser humano, al decirles: "lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará". Por un lado la tristeza de los discípulos y al mismo tiempo la alegría del mundo.

¿Por qué sucederá esa tristeza? Porque Jesús ya no estará con ellos como lo han tenido hasta entonces. El maestro que anduvo con ellos enseñándoles ya no estará, el amigo que compartió muchos momentos, el médico que curó el cuerpo y el alma, no estará más con ellos. 

Esto también hoy lo vivimos cuando Jesús no está, comenzamos a sumirnos en una tristeza que no alcanzamos a identificar fácilmente hasta cuando toma alguna forma en nosotros.

Mas el Señor promete una alegría posterior.

En medio de esta reflexión, en el salmo descubriremos un aporte muy enriquecedor, en su primer párrafo nos ayuda a hacer memoria, a recordar cómo ha actuado Dios y alegrarnos por eso:

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

¿Y cuál es la conexión con el Evangelio? Pues nos permite ver cómo actúa Dios en la vida. Ante la tristeza de los que ama los colma luego de alegría. Así vemos el poder del Señor de transformar la tristeza de su pueblo oprimido por los egipcios en la alegría de la tierra prometida. La tristeza de la espera en la alegría del nacimiento del Salvador de mundo, la tristeza de la muerte del Señor en la alegría de la Pascua de resurrección.

Si hoy lloramos y nos entristecemos, Él transformará esa experiencia en alegría profunda.


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