Ir al contenido principal

¿Cómo sobrellevar el peso de la vida?


En tanto van pasando los años aprendemos que el peso en la vida no es únicamente físico, no sólo se mide en kilos, es decir esa fuerza gravitatoria que actúa sobre un objeto cualquiera. Aprendemos que hay un peso que se carga y es invisible, nadie lo ve pero el que lo carga sí que lo siente, y ejerce una presión sobre su vida toda.

Jesús, en el Evangelio de hoy [Jn 16, 12-15] nos muestra cómo se ocupa de nosotros cuando dice "Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello" (V. 12). Les dice no pueden cargar con ese peso en este momento, no están preparados aún.

Una persona que se ocupa de otros aprende a medir con qué peso puede cargar cada uno, por ejemplo la mamá o el papá que viendo a sus hijos pequeños sabe qué temas aún no pueden comprender porque no están preparados, aprende a conocer en ellos con qué peso pueden ir cargando según la edad que tienen.

Pero la vida tiene estos pesos que no se anuncian como las dificultades que aparecen en el camino, los desánimos, el peso del propio pecado y también soportar el de los demás ¿Cómo enfrentarlos? ¿Cómo asumirlos? 

"Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa" (V. 13). El Señor nos da su Santo Espíritu que nos llevará al conocimiento, a saber cómo debemos cargar ese peso que nos ha de venir. El Espíritu Santo lo que recibe nos lo anunciará (Ver V.15) y nos enseñará cómo debemos pasar un camino.

San Juan Pablo II en una catequesis sobre el Espíritu Santo Consolador (13 de marzo de 1991) enseña:  "Cuando Cristo ya no esté en la tierra, el Espíritu Santo los acompañará en los largos períodos de aflicción, que durarán siglos (cf. Jn 16, 17 ss.). Por tanto, estará con la Iglesia y en la Iglesia, especialmente en las épocas de luchas y persecuciones, como Jesús mismo promete a los Apóstoles con aquellas palabras que refieren los evangelios sinópticos: «Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir»".

Y nos enseñará siempre lo que conviene hacer.

Los dejo con esta oración al Espíritu Santo:

VEN, ESPÍRITU CREADOR
 
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
 
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
 
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
 
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,
 
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
 
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.,
 
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.
 
V. Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
 
Oremos.
Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
 
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El hijo y el esclavo

Hoy escucharemos del Señor Jesús esta enseñanza «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). En aquel diálogo le responden "nunca hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?".  Nuevamente vemos que no entienden al Maestro, son palabras que no son acogidas, que como él mismo dice más adelante su palabra no penetra en ellos. Vemos en esta primera enseñanza un presupuesto para ser discípulos del Señor Jesús, mantenernos fieles a su Palabra, perseverantes en la escucha, la acogida y la concresión. Pero como la Palabra del Señor no es acogida ellos reaccionan ante algo que les incomoda, que el Señor les haya dicho que la verdad que él trae les hará libres, por eso responden a eso, ante lo cual Jesús responde dejándonos una enseñanza sobre lo que significa ser hijos y por otro lado ser esclavos. Hoy responde en el evangelio: «Os aseguro que quien comete pecado es es...

El árbol plantado junto al agua, la figura del que confía en el Señor

"El que pone su confianza en el Señor, será como un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces". Dice la primera lectura que nos propone hoy la liturgia y está tomada del libro de Jeremías  (Jer 17, 5-10).  En la lectura se presentan tres beneficios para el que practica esta confianza en el Señor. Es bendito. Recibe la bendición, pues el que, por el contrario, confía más en sí mismo, recibe la maldición porque ha apartado su corazón del Señor. El que pone su confianza en Dios recibe bendiciones , será bendito a los ojos de Dios. La lectura plantea una segunda figura: "cuando llega el calor no teme". Ante la intensidad de los rayos del sol, las hojas del árbol pueden comenzar a secarse, sin embargo el árbol plantado junto al agua no tiene por qué "preocuparse" pues aunque sea muy intenso el calor sus hojas estarán siempre verdes . La experiencia de aquél que está siempre junto al Señor será esta, no tiene de qué temer, pues aunque...

Las 3 preguntas y las 3 respuestas de Jesús a Pedro

"Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»." (Jn 21, 17) Este pasaje forma parte del evangelio de Jn 21, 15-19  en el cual encontramos las tres preguntas del Señor Jesús a Pedro y a su vez, las tres respuestas del Maestro.  Para entender a fondo la raíz de estas preguntas y respuestas nos viene perfecto dar una mirada a lo escrito por el papa Benedicto XVI al reflexionar sobre estas palabras. La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (...