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Él carga con nosotros


Ante la angustia que trae algunas veces los sucesos de la vida el Salmo que meditamos hoy en la Liturgia nos regala un aliento "¡Bendito sea el Señor día tras día! El carga con nosotros, Dios de nuestra salvación". [Salmo 68 (67) 10-11. 20-21] En donde se nos muestra también 3 actitudes que mucho ayudarán a caminar con Él en dicho trayecto: Bendecir. Memoria. Meta.

Hemos aprendido de Él lo que significa la bendición, lo bendecimos porque sabemos lo que significa ser bendito. Cuando hablamos de bendición entendemos que Dios nos ha ensalzado con algo, nos ha colmado de algún bien que nos hace prosperar sea en la salud o en cualquiera de nuestras necesidades. Es bendito, porque nos bendice.

El salmista es consciente, además, de todos los momentos en la historia cuando Dios ha cargado con su pueblo, el rescate de la opresión, lo que sucedió con los enemigos que lo perseguían y todas la bendiciones que recibieron a lo largo del camino. Cargar es echar un peso sobre alguien. Hacer memoria nos lleva a ver cómo Dios ha venido cargando con nosotros a lo largo de nuestra vida.

La meta es la vida eterna, lugar hacia el que sólo Dios sabe cómo llegar, y sólo siguiéndolo, estando cerca, sabremos cómo llegar, si es que así lo queremos realmente. Él es el Dios que nos salva, para conducirnos y llevarnos. Y este llevarnos implicará en varios momentos cargarnos.

Estas palabras son el fruto de la experiencia del pueblo que peregrina y se cansa al encontrarse con las dificultades de camino y que bien está narrado en los primeros versículos (10-11) que se meditan en el salmo: "Tú derramaste, oh Dios, una lluvia de larguezas, a tu heredad extenuada, tú la reanimaste; tu grey halló una morada, aquella que en tu bondad, oh Dios, al desdichado preparabas".

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