"El Señor observa desde el cielo, ve a todos los seres humanos; desde el lugar de su trono mira a todos los habitantes de la tierra; él, que modela el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones." - Salmo 33(32),13-15
En este mundo hiperconectado, donde los algoritmos rastrean cada uno de nuestros movimientos digitales y las cámaras y micrófonos nos siguen y "escuchan" en cada lugar donde estamos, puede resultarnos inquietante pensar que alguien nos observa. Sin embargo, la Palabra de Dios nos revela una mirada diferente: la del Padre que contempla con amor a sus hijos.
Una mirada distinta a la del mundo
La mirada del Padre es fundamentalmente distinta porque no busca controlarnos ni extraer información de nosotros. Es una mirada que nace del amor y busca nuestro bien. Mientras las tecnologías nos observan para predecir y manipular nuestro comportamiento, la mirada de Dios es la de un Padre que respeta nuestra libertad y desea nuestro crecimiento. Como nos recuerda el libro del Éxodo: "He visto la opresión de mi pueblo... y he bajado a liberarlo" (Ex 3,7-8). Su mirada no es la del vigilante que busca faltas, sino la del Padre que acompaña, sostiene y libera.
La Escritura nos revela que Dios no nos observa como un supervisor distante, sino como un Padre amoroso que conoce cada detalle de nuestra vida. Cuando David escribió "Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos" (Salmo 34:16), nos estaba revelando el corazón de un Dios que se involucra personalmente en nuestra historia.
¿Cómo cambia tu perspectiva cuando recuerdas que no estás solo en tus luchas diarias?
El artesano de nuestro corazón
Esta verdad tiene implicaciones profundas:
- Nuestras luchas no lo toman por sorpresa.
- Nuestros anhelos más profundos tienen un propósito.
- Nuestra identidad está segura en Sus manos.
¡Vive bajo Su mirada!
La mirada de Dios no es pasiva ni acusadora. Es una mirada que: Busca tu bien, comprende tus luchas, acompaña tu caminar y sostiene tu esperanza.
En este sentido, puedes practicar vivir bajo Su mirada con estos pasos:
- Comienza el día reconociendo su mirada. Dedica los primeros minutos de tu jornada a ponerte conscientemente bajo su mirada amorosa.
- Cultiva el silencio interior. En medio del ruido del día, crear espacios de silencio donde podamos sentir su presencia.
- Examina la jornada en su presencia. Al final del día, repasa los acontecimientos bajo su mirada comprensiva.
Cuando vivimos conscientes de la mirada de Dios, nuestra vida cambia. Como dice el Evangelio: "La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso" (Mt 6,22). Cuando permitimos que la mirada de Dios ilumine nuestra vida, todo se ve diferente.
La mirada de Dios sobre nosotros es una invitación constante a una relación más profunda. Como dice la Escritura: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros" (Santiago 4:8). ¿Cómo cambiaría tu día si vivieras consciente de que Dios te mira con amor en cada momento?
Oración
Padre bueno, ayúdame a vivir cada día consciente de tu presencia, sabiendo que tú, que has modelado mi corazón, comprendes mis luchas y anhelos más profundos. Que tu mirada transforme mi corazón y me ayude a ver el mundo y a los demás como tú los ves.
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