La sagrada Escritura nos prepara para toda obra buena
Hacia los últimos versículos de la primera lectura [II Timoteo 3, 10-17] que nos presenta la liturgia de hoy nos encontramos con unas hermosas palabras sobre las bondades de ese conocimiento de la Sagrada Escritura que se logra a través de su lectura constante.
"15 y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; 17 así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena".
Y es importante resaltar esto dicho en el último versículo. Pues este ejercicio nos prepara para realizar una obra de bien, porque "es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón." (Hebreos 4, 12)
Benedicto XVI, en sus catequesis (7 y 14 de noviembre de 2007) sobre San Jerónimo, Padre de la Iglesia y estudioso de la Biblia, nos ha regalado palabras sobre la Sagrada Escritura que son una auténtica enseñanza que podemos aprovechar:
- No debemos leer la sagrada Escritura como una palabra del pasado, sino como palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor.
- Para no caer en el individualismo, debemos tener presente que la palabra de Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad a lo largo de nuestro camino hacia Dios. Por tanto, aun siendo siempre una palabra personal, es también una palabra que construye a la comunidad, que construye a la Iglesia.
- El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre.
- Con la meditación y la ciencia de las Escrituras se "mantiene el equilibrio del alma".
- San Jerónimo, le recomendaba a una de sus hijas espirituales: "Ama la sagrada Escritura, y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias. Que sea para ti como tus collares y tus pendientes".
- Leerla en conversación personal con el Señor;
- Leerla acompañados por maestros que tienen la experiencia de la fe, que han penetrado en el sentido de la sagrada Escritura;
- Leerla en la gran compañía de la Iglesia, en cuya liturgia estos acontecimientos se hacen siempre presentes de nuevo, en la que el Señor nos habla ahora a nosotros, de forma que poco a poco penetramos cada vez más en la sagrada Escritura, en la que Dios habla realmente con nosotros hoy.
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