Encontrar a Dios en lo cotidiano


Sabemos en dónde podemos conseguir pan si lo necesitamos, también conocemos en qué lugares podemos obtener aprendizaje sobre ciertas cosas que nos interesan, sea en modo presencial o en Internet, más cuando se trata de escuchar la voz de Dios inmediatamente se nos viene a la mente el templo en donde se encuentra presente en la Eucaristía. 
Quizá por esta razón pensamos que cuando de escuchar su voz se trata mientras no podamos ir a una Iglesia se nos hace difícil encontrarlo y no aprendemos a buscarlo en algunos espacios de lo cotidiano.

La primera lectura de hoy [I Reyes 19:9, 11-16] nos enseña en un detalle que el profeta Elías, estando en una cueva, sale a encontrarse con Dios, cuando escucha el susurro de una brisa suave.

Y es precisamente, en esa brisa suave que logra encontrar a Dios y conversa con Él, lo puede escuchar como no logró hacerlo con el paso del fuego y ante la tormenta y temblor. 

Dios tiene un modo con cada uno de sus hijos. Es importante aprender a encontrarlo, porque allí podemos cultivar esa relación cotidiana que se plenifica al recibirlo en la Eucaristía en la Santa Misa Dominical, diaria o interdiaria, según se pueda.

Porque aquí es bueno agregar que para este encuentro Elías había tenido que caminar mucho, "cuarenta días y cuarenta noches para llegar hasta el monte Horeb" [I Reyes 19, 8] Y para tomar fuerza le fue necesario el alimento divino que recibió.

Cuando Dios lo saluda con la pregunta ¿Qué haces aquí Elías? Éste responde "Ardo en celo por Yahveh". Pues Elías vive una experiencia de urgencia, de mucha necesidad de luz, de entendimiento, de ayuda divina, y busca a Dios con ese ardor que lo lleva hacia Él.


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