El hombre de hoy que hace oración y que reza y medita la Palabra de Dios está invitado a enseñarla a los demás, no quedársela para sí mismo, sino compartirla, pues esta Palabra que está en la Sagrada Escritura nos da sabiduría, nos enseña a proceder rectamente en cada una de las cosas que cada día debemos hacer. Cada mandato del Señor, nos dice el Evangelio, hay que enseñarlo como es y sin saltarnos uno de los preceptos "menos importantes". Nosotros experimentamos la sabiduría que nos da la meditación de la Sagrada Escritura, con esta consciencia es que debemos enseñar a los demás lo que Dios nos enseña y decir como Moisés "yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor". Cumplir y enseñar su Palabra es lo que el Señor nos pide.
Hoy escucharemos del Señor Jesús esta enseñanza «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). En aquel diálogo le responden "nunca hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?". Nuevamente vemos que no entienden al Maestro, son palabras que no son acogidas, que como él mismo dice más adelante su palabra no penetra en ellos. Vemos en esta primera enseñanza un presupuesto para ser discípulos del Señor Jesús, mantenernos fieles a su Palabra, perseverantes en la escucha, la acogida y la concresión. Pero como la Palabra del Señor no es acogida ellos reaccionan ante algo que les incomoda, que el Señor les haya dicho que la verdad que él trae les hará libres, por eso responden a eso, ante lo cual Jesús responde dejándonos una enseñanza sobre lo que significa ser hijos y por otro lado ser esclavos. Hoy responde en el evangelio: «Os aseguro que quien comete pecado es es...
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