Prestemos oído a los consejos de Dios

Los consejos suelen ser indicaciones o pautas que vienen de personas que han vivido más tiempo y en ello han ganado experiencia frente a las cosas que la vida les ha presentado, por lo tanto, resultan buenas indicaciones para un joven peregrino que recién comienza a dar pasos en la vida. Los papás aconsejan a los hijos, los abuelos a sus nietos, las personas mayores a los jóvenes y niños, el profesor al alumno, el sacerdote al fiel, el obispo a sus sacerdotes, un sacerdote mayor a los jóvenes, un empresario con más experiencia al que recién comienza, y así podríamos decir que sucede en cuanta especialidad encontremos. Un mecánico aconseja a un cliente sobre cómo debe cuidar su automóvil, podemos seguir mencionando muchos ejemplos. Nos queda claro, cuando no hacemos caso, que luego lamentamos no haber oído bien a aquél con mayor experiencia.

En la primera lectura se nos muestra lo que también nos sucede hoy, como pasaba con el pueblo elegido, como pasa con nosotros varias veces, que no escuchamos lo que nos indica nuestro creador, aquel padre amoroso que quiere lo mejor para nosotros, y es algo grave no escuchar. Dice la primera lectura de hoy "no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado", da aquí una consecuencia de no escuchar, caminar según nuestras propias ideas, aparentemente independientes, creyendo que es lo mejor, muchas veces prestamos más oído a un corazón obstinado y así terminamos dando la espalda al Señor y no la frente.

Él nos seguirá diciendo hoy y siempre "Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien."

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