Los salmos nos ayudan a conocer cómo debemos dirigirnos al Señor y a saber pedir lo que nos conviene. Rezando los salmos del oficio me topé con el salmo 63 "súplica contra los enemigos" y nada más empezando dice "protege mi vida del terrible enemigo; escóndeme de la conjura de los perversos". El terrible enemigo pues anda como león rugiente buscando a quién devorar, esta no es una frase nada más metafórica, es cierto que el enemigo busca derrumbar, desalentar, desanimar, desesperanzar, muchas veces con las cosas más sencillas que vivimos en lo cotidiano. Así que es necesario este tipo de oración, en donde debemos pedir a Dios que nos proteja de las acciones de este terrible enemigo.
" Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso... Con la medida que midáis, se os medirá " (Lc 6,36.38). Estas palabras del Señor Jesús nos tocan profundamente. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado midiendo nuestra compasión, calculando nuestro perdón, racionando nuestro amor? En este pasaje, Él nos invita a un ejercicio de conversión: aprender a amar como ama el Padre . Entre dos medidas: la humana y la divina Nuestra naturaleza humana tiende a calcular, a medir, a sopesar el dar y el recibir. Es muy comprensible: buscamos protegernos, queremos asegurar cierta reciprocidad. Pero Jesús nos presenta una medida diferente: la medida desbordante del amor divino. La misericordia de Dios no conoce límites, no lleva cuentas, no guarda registro de los agravios . Difícil ¿no? El desafío de la misericordia sin límites ¿Cómo amar a quien nos ha herido? ¿Cómo perdonar lo que parece imperdonable? La lógica humana nos empuja hacia la retribución, pero el Evangelio nos lla...
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