Su rostro resplandecía por haber hablado con el Señor

De la primera lectura de hoy:
Exodo 34, 29-35
"Al ver el rostro de Moisés, tuvieron miedo de acercarse a él"

«Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí con las dos tablas de la alianza en las manos, no sabía que su rostro resplandecía por haber hablado con el Señor».

Más adelante se explica, en este mismo capítulo, que siempre que Moisés hablaba con el Señor su rostro resplandecía. Cuando entramos en diálogo de oración con el Señor, cuando lo visitamos y nos arrodillamos a conversar con él ante el sagrario en la capilla, o cuando lo visitamos y él está expuesto, entramos como Moisés en un diálogo profundo con el Señor, y nuestro rostro resplandece.

Este es el signo para los demás de la presencia de Dios en nuestras vidas. Pero ¿Qué significa que nuestro rostro resplandezca? Significa que vivimos una alegría profunda a partir del encuentro con el Señor, que se manifiesta ante los demás en el brillo y pureza de nuestra mirada, en nuestro trato caritativo con los demás, la paz interior que el Señor deja en nuestro interior se transmite a las demás personas que estarán en contacto con nosotros.

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