"¿Qué tengo que hacer para salvarme?" Siguiendo la meditación sobre la primera lectura de hoy, ésta fue la pregunta que hizo el carcelero inmediatamente después de lo sucedido en la cárcel, pues hubo un terremoto que tumbó los muros y el carcelero pensó que los presos habían escapado por lo que decidió quitarse la vida, pero Pablo lo llamó diciéndole que allí estaban, entonces les hace esta pregunta, pues se dio cuenta de lo que había sucedido, y ellos contestaron "cree en el Señor Jesús". Éste es el primer paso que debemos haber dado si es que queremos salvarnos, creer en el Hijo de Dios, en el que Él ha enviado, se trata de creer en su palabra y en sus obras (que ahora encontramos en los Evangelios). Luego de esto, Pablo y Silas le explicaron la Palabra del Señor, marcando el segundo paso, luego de manifestar que creemos se debe recibir la explicación de la Palabra de Dios y finalmente viene el bautizo, como acto que sella el deseo de pertenecer a Cristo, de creer que él es nuestra salvación.
" Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso... Con la medida que midáis, se os medirá " (Lc 6,36.38). Estas palabras del Señor Jesús nos tocan profundamente. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado midiendo nuestra compasión, calculando nuestro perdón, racionando nuestro amor? En este pasaje, Él nos invita a un ejercicio de conversión: aprender a amar como ama el Padre . Entre dos medidas: la humana y la divina Nuestra naturaleza humana tiende a calcular, a medir, a sopesar el dar y el recibir. Es muy comprensible: buscamos protegernos, queremos asegurar cierta reciprocidad. Pero Jesús nos presenta una medida diferente: la medida desbordante del amor divino. La misericordia de Dios no conoce límites, no lleva cuentas, no guarda registro de los agravios . Difícil ¿no? El desafío de la misericordia sin límites ¿Cómo amar a quien nos ha herido? ¿Cómo perdonar lo que parece imperdonable? La lógica humana nos empuja hacia la retribución, pero el Evangelio nos lla...
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