Buscadores del Señor

"Busquen al Señor" comienza diciendo Isaías en la primera lectura de hoy, y la antífona del salmo apoya la idea invitándonos a rezar: "Cerca está el Señor de los que lo invocan". Buscar al Señor debe ser mi meta diaria, desde que me levanto buscarlo y rezarle para estar en sintonía con el Plan que Él tiene para mí en este día.

Pero ¿en dónde lo busco? ¿Cómo? El salmo nos da la clave, en primer lugar, invocándolo, tengo que estar en un espacio y momento de oración en mi día, tengo que invocar allí al Señor, hacerlo sinceramente, pedirle que esté cerca de mí, que él me guíe en todo lo que tenga y deba hacer en ese día, sea en el trabajo, estudio, diversas actividades que me corresponden.

Luego de haberlo buscado, primero, en los espacios privilegiados (los sacramentos, la oración, en el Sagrario), lo busco en los demás... Pues el Señor se manifiesta a través de mis hermanos, en tanto ellos estén en su presencia, sean hombres de Dios, entonces él también me habla a través de ellos. Cuando el hermano carga su Cruz siguiendo al Señor, cuando mi hermano sale al encuentro del otro como lo hace el Señor conmigo, cuando mi hermano es paciente, cuando vive la caridad, cuando veo en él un testimonio de servicio, de esperanza puesta en Cristo que nos invita a todos a vivir en el Reino de los cielos.

La actitud de búsqueda del Señor me obliga también a entender que debo vivir en silencio, debo vivir una vida recogida, para poder estar atento a los pequeños y a veces breves susurros del Señor en mi vida, en la vida de los demás.

Esta búsqueda tiene sus exigencias, requiere que sea silente, reverente, recogido, paciente.

Que Santa María nuestra madre, nos ayuda a ser siempre buscadores de su Hijo.

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