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¿Qué debo hacer, Señor?

En la Primera Lectura del día de hoy, que celebramos la fiesta de la Conversión de San Pablo, encontramos el relato de la conversión de San Pablo. Dice: "Pero en el camino, cerca ya de Damasco, a eso del medio día, de repente me envolvió una gran luz venida del cielo; caí por tierra y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?. Yo respondí: Señor ¿Quién eres tu?. Él me contestó: Yo soy Jesús de Nazaret a quien tú persigues; los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Entonces yo le dije: ¿Qué debo hacer Señor?. El Señor me respondió: Levántate y vete a Damasco, allá te dirán todo lo que tienes que hacer".

Luego de un momento de pregunta y respuesta entre el Señor y Saulo, éste le pregunta: "¿Qué debo hacer, Señor?". Se trata de la pregunta de aquél que cree en quien tiene delante y aunque no puede verlo, escucha su voz y sabe que es el Hijo de Dios quien le habla.

Es una pregunta que siempre debe estar presente en nuestro diálogo con el Señor Jesús en nuestros momentos de fuerte oración, al no plantearla no nos estamos abriendo al Plan de amor que el Señor tiene para cada uno de nosotros. Ésa voluntad, ése plan de amor, el Señor Jesús nos lo muestra cada día en la oración, en el encuentro fuerte con él, encuentro intenso, como vemos en el diálogo con Saulo. Al plantear esta pregunta el Señor responde, nos da una misión específica, que será aquella que nos realiza, se trata de una misión para la cual estamos preparados, para la cual hemos nacido, por eso nos la da. Es así que el Señor Jesús responde a Saulo y lo envía donde Ananías para recibir su tarea.

Ananías es el encargado por Dios de dar esta misión a Pablo, luego de decirle que recobre la vista dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conocieras su voluntad, vieras al justo y escucharas sus palabras, porque deberás atestiguar ante todos los hombres lo que has visto y oído..."

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