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A Timoteo...

Celebramos hoy la memoria de los Santos Timoteo y Tito Obispos, y la liturgia nos propone como primera lectura dos opciones en donde el Apósptol Pablo escribe a cada uno. 2 Tim 1, 1-8 y Tito 1, 1-5. Muchas enseñanzas para nuestra vida podemos extraer de cada una de ellas. Meditamos aquí la primera.

A Timoteo

Llama la atención lo afectivo que es San Pablo en esta carta con Timoteo, a quien él ha impuesto las manos, le manifiesta también cuanto reza por él día y noche de manera continua. Hermoso testimonio del qué hacer obligatorio de un apóstol para con aquellas ovejas a quienes les hace apostolado y que se le ha dado por encargo del Buen Pastor, quien busca un Pastor que apaciente sus ovejas (Ez 34, 11. 23-24).

Le recuerda la fe sincera que tiene, y es interesante aquí, ver que señala a Timoteo que esa fe le ha venido por su abuela y por su madre, de quienes él ha recibido la trasmisión de ése don que ha arraigado en él. Detalle que nos ayuda a mirar con agradecimiento e invitación a rezar por las personas que han tenido que ver con nuestra conversión, con nuestro acercamiento a la Fe y encuentro con el Señor.

Algunas recomendaciones:
  • "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en tí". Todos hemos recibido un don de Dios, que debemos reavivar constantemente, estando en su presencia. 
  • "...no nos dio el Señor un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza". Queda claro que ante la misión que recibimos no debemos tener miedo, debemos tener en cuenta, más que los obstáculos y dificultades, lo que el Señor nos ha entregado para combatirlas y realizar la misión que nos encomienda: La fortaleza, caridad y templanza. Fortaleza, que nos asegura la firmeza en las dificultades y constancia en la búsqueda del bien; Caridad, por la cual amamos a Dios sobre toda las cosas y le mostramos esto en todo cuanto hacemos en la tierra, y también amando a nuestros prójimo; y la templanza, que nos ayuda a moderar la atracción de los placeres y asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos, ayudándonos a orientar hacia el bien los apetitos sensibles.
  • "No te avergüences..." le dice, ni del testimonio que has de dar de Cristo, ni de Pablo, y lo invita a soportar con él "los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios". La vergüenza tiene como consecuencia en un apóstol el encogimiento o cortedad para ejecutar su oficio: hacer apostolado; lo reduce, lo hace pequeño. ¿Por qué sentir vergüenza de lo que ha hecho Cristo? esta noble tarea, encomendada por el Señor, el anuncio y predicación del Evangelio, trae sufrimientos que deben ser llevados con valentía, sostenidos por la fuerza que nos la entrega el Señor.

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