La Liturgia de hoy nos propone meditar algunos versículos del salmo 50, con la antífona: "Misericordia Señor: hemos pecado". De esto me quiero detener hoy en los dos primeros párrafos del salmo propuesto y la relación con la primera lectura, tomada del segundo libro de Samuel. «Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado». «Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado; contra ti, contra ti solo pequé; hice lo que tú detestas». Llama la atención la particular insistencia en las peticiones "borra mi culpa", "lava del todo mi maldad", "limpia mi pecado"; hacen una rápida referencia a una persona que atraviesa por lo que describe el segundo párrafo: "reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado". De un hombre que ha cometido la maldad que tanto Dios aborrece. El panorama se esclarece mucho más con la primera lectura ( II Samuel 11...