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Mostrando entradas de abril, 2012

Ir hacia él y creer en él, respuestas para el hambre y la sed

Hay dos experiencias intensas de sufrimiento por las que puede atravesar el hombre, estas son el hambre y la sed, el Señor Jesús hoy en el Evangelio nos da la respuesta ante esas dos experiencias humanas, el dice: "El que viene a mí no pasará hambre", "y el que cree en mí nunca pasará sed". Ayer nos indicaba el Señor que debemos esforzarnos por el alimento que sólo él nos puede dar, aquél que permanece para la vida eterna. Hablamos entonces de un hambre y de una sed mucho más profunda, hablamos de la mayor pobreza de la actualidad hambre y sed espiritual, hambre y sed de Dios. Lo que tenemos que hacer para responder a esto es ir hacia él, nos dice el Señor "el que viene a mí no pasará hambre", y aquellos que somos ya obreros del Señor debemos pues calmar esta hambre llevando a los hombres al Señor Jesús, no somos nosotros, es él quien puede hacerlo y actúa en nosotros. Para la sed el Señor nos dice "cree", es el paso de Tomás, el Señor le muest...

¿Cómo voy a mirar al cielo en momentos difíciles?

Hoy recordamos a San Esteban en Hechos de los Apóstoles a quien como fruto de un efurecimiento y rechinando los dientes contra él, lo mataron, apedreándole, la Escritura dice que allí estaba Saulo (luego Pablo), quien aprobaba dicha ejecución. En este pasaje se nos narra que Esteban fijó la mirada en el cielo, y al hacerlo vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios.  ¿Donde fijamos nuestra mirada en los momentos de dificultad? Esteban estaba rodeado de personas que todos lo miraban enojados y comienzan a lanzar piedras hacia él, está cercano a la muerte ¿Qué mayor dificultad puede haber? Él, entonces, no baja su mirada, al contrario la levanta, mira al cielo fija la mirada en el cielo y entonces ve la gloria de Dios. Y es que en un momento desesperanzador lo único que nos da esperanza es mirar la tierra prometida, la meta a donde vamos, y esto le da sentido a todo lo que hacemos y a todo cuanto nos sucede. Entonces entendemos así el perdón, Esteban cae...

Hagamos lo que el Señor quiere

¿Cuál es el motor de lo que hacemos cada día? ¿Qué nos mueve? ¿Cuál es nuestro norte, nuestra meta? ¿Qué nos motiva? me hago estas preguntas al meditar en el pasaje en el que el Señor Jesús luego de dar de comer a cinco mil hombres, luego de que sus discípulos lo vean caminar sobre el mar, la gente sigue buscando al maestro y cuando lo encuentran él responde a sus discípulos "les aseguro que no me buscan por los signos que vieron, sino porque comieron pan hasta saciarse". Aquí se plantean las dos motivaciones que podemos tener día a día, una es la del Señor, es decir de buscarlo por los signos que el hace en nuestra vida en cada momento, y la otra es la que nos plantea el mundo, la que va según nuestros gustos, la propuesta según nuestras conveniencias, es decir buscar al Señor sólo por interés, que él nos dé lo que necesitamos. El mundo nos enseña a buscar las cosas fijándonos más en nuestros intereses y no nos motiva a buscar un bien común, un bien para los demás. En el E...

Catequesis del Salmo de hoy

Hoy recibimos instrucción con la meditación del salmo que nos propone la liturgia. Son tres puntos que responden a la antífona "Dichoso el que camina en la voluntad del Señor".  ¿Qué hace el cristiano cuando murmuran de él? A nosotros nos toca meditar las leyes del Señor, deleitarnos con sus preceptos, aceptar como consejo sus decretos, a pesar que otros murmuren de esto, nos toca buscar estos mandatos del Señor, allí está nuestra felicidad, no en hacer caso a las murmuraciones de los demás, menos dejar que estas influya en nuestra opinión, pues el Señor nos conoce y sabe qué nos hace felices. Una súplica cotidiana En lo posible, diariamente debemos estar rezándole al Señor, pidiéndole que sea él quien nos enseñe sus leyes, que sea él quien nos instruya en el camino de sus decretos. El Salmo de hoy (los versículos que meditamos) en su segunda estrofa nos propone meditar en las maravillas del Señor. Al inicio dice: "Te expliqué mi camino y me escuchaste...

Jesucristo es la piedra angular

Pedro y Juan han sido arrestados porque enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús, como resultado de esa prédica unos cinco mil hombres eran los que se habían convertido, los que abrazaron la fe, dice hoy la primera lectura de Hechos de los Apóstoles (4, 1-2). Luego, los interrogaron, entonces les preguntan ¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho eso? Pedro, lleno de Espíritu Santo -dice Hechos- toma la palabra y deja claro a todos los presentes que lo que han hecho ha sido en nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos, la piedra que ellos, los arquitectos desecharon, ahora resulta ser la angular. En este pasaje que hemos meditado podríamos ver algunos detalles que describe el autor, primero me detengo en la prédica que dan Pedro y Juan, no obstante el apresamiento como consecuencia del anuncio, de la prédica en lugares o espacios en donde no eran bien vistos, se deja claro ...

El Señor la llama por su nombre

Cuando es el Señor Jesús quien pronuncia nuestro nombre todo se torna en claridad, todo se despeja, así como sucedió con María, la Magdalena, quien lloraba en la tumba del Señor porque no había encontrado su cuerpo y no sabía dónde lo habían puesto, luego de conversar con los ángeles, ella se encuentra con el Señor, sin saber que era él, quien le dice «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?», y ella le responde pensando que era el encargado del huerto, «si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». En este momento Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» —que quiere decir: «Maestro». El Señor Jesús pronuncia su nombre y es entonces cuando ella lo reconoce y todo cambia. La pecadora arrepentida, quien encuentra el perdón en Cristo, y es reconciliada y sanada por él, se convirtió luego del encuentro con el Señor Jesús, y estuvo siempre cerca, esto, pienso, hace que ella se haya acostumbrado a su voz, a escuchar sus palabras...

¿Qué hemos de hacer hermanos?

En la primera lectura de hoy, en el capítulo dos de Hechos de los Apóstoles (2, 36-41), vemos que Pedro pide la atención y toma la palabra, entonces dice a sus oyentes que «Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado». Luego ellos -los que lo escuchaban- con el corazón compungido dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?». A esta pregunta Pedro les contesta: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo». Pedro toma la palabra y comienza a predicar, es una actitud que en este tiempo, como veíamos en la meditación anterior, toca tener a los apóstoles de hoy, pedir atención y tomar la palabra y hablar del Cristo Resucitado, a quien hemos acompañado en estos días del Triduo. Ante esta predicación es que la gente, cuestionada, compungidos, salen al encuentro de Pedro y los demás y preguntan qué es...

Ahora nos toca dar testimonio de lo que hemos presenciado

En estos días la liturgia nos propone meditar versículos de los Hechos de los Apóstoles. Hoy Domingo vemos a Pedro que toma la palabra y comienza a hablar del maestro, del Señor Jesús que ha resucitado. Nosotros -dice Pedro- somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén. Nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. En el capítulo 10 de Hechos (34a. 37-43), de donde hoy vamos meditando, quiero destacar algunas ideas que hoy debemos vivir los apóstoles de este siglo, y justamente después de la experiencia de la Cuaresma y la Semana Santa. Dice San Pedro «Somos testigos de todo lo que hizo», efectivamente lo somos, y esto implica haber presenciado y guardado todos los sucesos del misterio de la Pasión y muerte del Señor Jesús en los días del Triduo Pascual. El Papa Benedicto XVI comenta, a ...

El propósito de entregarle

En el relato según San Juan de los sucesos durante la Última Cena del Señor Jesús con sus discípulos se mencionan dos veces la participación del demonio. En primer lugar está en el inicio del capítulo 13, «cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle» (Jn 13,2). Luego la otra mención está hacia el versículo 26 «...Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». No me conducen a esta reflexión ánimos de buscar en este momento la participación del demonio en la Pasión del Señor, sino más bien de atender a algo que llama la atención, ver cómo Satanás se introduce en el núcleo del Señor, entre aquellos de los que están cerca de él y sí dejarme asombrar ante el misterio del mal, de la oscuridad que busca alejar la iluminación del astro que siempre nos da la luz. El demonio pone en el corazón de Jud...

Experimentó la obediencia en el sufrimiento

Teniendo pues al Señor Jesús, el Hijo de Dios, como Sumo Sacerdote que penetra los cielos, qué mejor razón podemos tener para mantenernos firmes en la fe que profesamos; a esto nos invita la segunda lectura de hoy viernes santo. Mantenernos implica esfuerzo por seguir con miras hacia adelante, es como cuando estamos en un juego de jalar la soga entre dos equipos, llega un momento en que la soga está tesada y la estrategia será mantener el esfuerzo para no retroceder con miras a avanzar, es decir jalar más fuerte hacia nuestro lado. Gracias a Dios que nos ha dado un Sacerdote que ha penetrado los Cielos, ha venido a mostrarnos el camino por donde debemos ir. Continua el autor de la carta a los Hebreos "pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas". En efecto, el Señor Jesús se compadece de nuestras debilidades, nos entiende y hoy contemplamos el por qué, vemos pues que llega hasta el extremo del dolor. Nos ama, y se trata de un amor que...

«Los amó hasta el extremo» Jn 13,1

Comienza el último capítulo de una historia de amor auténtico, el Señor Jesús sabe que ha llegado su hora, hora de pasar de este mundo al Padre, como dice San Juan en su Evangelio (13, 1). Hay una frase que antecede a la reconocida cita "los amó hasta el extremo", es "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo". Decía pues el último capítulo de un amor verdadero, porque toda la historia forma parte de un libro de amor por el hombre, Dios envía a su Hijo por amor a todos nosotros, el Señor en toda su vida, primero a sus padres, seguramente, y luego en su vida pública, ha amado a los suyos, y ¿cómo se muestra ese amor por sus discípulos? «Habiendo amado a los suyos» El Señor Jesús en todas las cosas que hace muestra que las hace con amor a los demás, y ése amor se evidencia de diversas maneras. Vemos, por ejemplo, su paciencia con los incrédulos, paciencia con aquellos que lo quieren acusar y lo siguen, sin decir nada, sin hacer nada de manera evidente, ...