Experimentó la obediencia en el sufrimiento
Teniendo pues al Señor Jesús, el Hijo de Dios, como Sumo Sacerdote que penetra los cielos, qué mejor razón podemos tener para mantenernos firmes en la fe que profesamos; a esto nos invita la segunda lectura de hoy viernes santo.
Mantenernos implica esfuerzo por seguir con miras hacia adelante, es como cuando estamos en un juego de jalar la soga entre dos equipos, llega un momento en que la soga está tesada y la estrategia será mantener el esfuerzo para no retroceder con miras a avanzar, es decir jalar más fuerte hacia nuestro lado. Gracias a Dios que nos ha dado un Sacerdote que ha penetrado los Cielos, ha venido a mostrarnos el camino por donde debemos ir.
Continua el autor de la carta a los Hebreos "pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas". En efecto, el Señor Jesús se compadece de nuestras debilidades, nos entiende y hoy contemplamos el por qué, vemos pues que llega hasta el extremo del dolor. Nos ama, y se trata de un amor que se va cociendo en el dolor y el sufrimiento, el mismo en el que también, según muestra la segunda lectura de hoy, se va forjando la obediencia. Pues aunque siendo Hijo experimenta la obediencia en el sufrimiento que significa ser autor de la salvación eterna.
Debemos hoy presenciar y contemplar el dolor de cada paso que da el Señor, porque su obediencia al Padre hoy se hace explícita y así aprendemos de que se trata obedecer a Dios.
Mantenernos implica esfuerzo por seguir con miras hacia adelante, es como cuando estamos en un juego de jalar la soga entre dos equipos, llega un momento en que la soga está tesada y la estrategia será mantener el esfuerzo para no retroceder con miras a avanzar, es decir jalar más fuerte hacia nuestro lado. Gracias a Dios que nos ha dado un Sacerdote que ha penetrado los Cielos, ha venido a mostrarnos el camino por donde debemos ir.
Continua el autor de la carta a los Hebreos "pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas". En efecto, el Señor Jesús se compadece de nuestras debilidades, nos entiende y hoy contemplamos el por qué, vemos pues que llega hasta el extremo del dolor. Nos ama, y se trata de un amor que se va cociendo en el dolor y el sufrimiento, el mismo en el que también, según muestra la segunda lectura de hoy, se va forjando la obediencia. Pues aunque siendo Hijo experimenta la obediencia en el sufrimiento que significa ser autor de la salvación eterna.
Debemos hoy presenciar y contemplar el dolor de cada paso que da el Señor, porque su obediencia al Padre hoy se hace explícita y así aprendemos de que se trata obedecer a Dios.
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