¿Qué hemos de hacer hermanos?

En la primera lectura de hoy, en el capítulo dos de Hechos de los Apóstoles (2, 36-41), vemos que Pedro pide la atención y toma la palabra, entonces dice a sus oyentes que «Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado». Luego ellos -los que lo escuchaban- con el corazón compungido dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?». A esta pregunta Pedro les contesta: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo».

Pedro toma la palabra y comienza a predicar, es una actitud que en este tiempo, como veíamos en la meditación anterior, toca tener a los apóstoles de hoy, pedir atención y tomar la palabra y hablar del Cristo Resucitado, a quien hemos acompañado en estos días del Triduo.

Ante esta predicación es que la gente, cuestionada, compungidos, salen al encuentro de Pedro y los demás y preguntan qué es lo que deben hacer. Es ante el anuncio de los apóstoles que la gente responde. El anuncio está acompañado prontamente de una respuesta, más adelante dice en Hechos «los que acogieron su palabra fueron bautizados», no fueron pocos, aquel día se les sumaron unas 3, 000 personas. Ése anuncio está acompañado de una respuesta libre, deben haber habido más personas, pues el autor dice "los que acogieron" que evidencia una posibilidad de "los que no".

Y preguntan ¿Qué debemos hacer?

Esta es la pregunta de una persona que experimenta el deseo de cambio en su vida, que busca a Dios, y dice en el fondo "Señor ¿Qué debo hacer ahora?". Es la pregunta que hoy uno se hace por ejemplo luego de un espacio espiritual, de encuentro intenso con el Señor, sea un retiro, sea una jornada, sea una charla, es la pregunta que luego de un momento de oración nos debemos hacer.

A esto Pedro responde: "Convertirse". Debemos convertirnos, transformar nuestros criterios, nuestros afectos y acciones volverlos a los del Señor Jesús. ¿Cómo? Pues Pedro da una clave y es el sacramento del Bautismo. Además de éste, con la Eucaristía, la Reconciliación, nos encontramos y recibimos al Señor, es necesario el contacto con él, cercano, permanente para que se de esta conversión. Con el bautismo la luz entra en nuestras vidas.

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