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Jesucristo es la piedra angular

Pedro y Juan han sido arrestados porque enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús, como resultado de esa prédica unos cinco mil hombres eran los que se habían convertido, los que abrazaron la fe, dice hoy la primera lectura de Hechos de los Apóstoles (4, 1-2). Luego, los interrogaron, entonces les preguntan ¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho eso? Pedro, lleno de Espíritu Santo -dice Hechos- toma la palabra y deja claro a todos los presentes que lo que han hecho ha sido en nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos, la piedra que ellos, los arquitectos desecharon, ahora resulta ser la angular.

En este pasaje que hemos meditado podríamos ver algunos detalles que describe el autor, primero me detengo en la prédica que dan Pedro y Juan, no obstante el apresamiento como consecuencia del anuncio, de la prédica en lugares o espacios en donde no eran bien vistos, se deja claro que fueron unos cinco mil los que ese día abrazaron la fe. ¿Qué debemos anotar de esto los apóstoles de hoy? Primero debemos tomar nota acerca del anuncio en los espacios en donde hay algunos que no los miran bien o que no los quieren, pero la pregunta es ¿cuántos son? Pues aveces puede suceder que pensemos que no somos bien vistos o que la gente tiene una imagen negativa de nosotros, quizá sea una imagen extendida de una experiencia particular, pues en el ámbito general parece no ser así, y queda claro también con la precisión que hace el autor de Hechos de los Apóstoles, abrazan la fe miles de personas luego de un anuncio, luego de una prédica.

En segundo lugar meditemos en la respuesta de Pedro. Él dice que han hecho lo que todos han visto en nombre de Jesucristo el Nazareno. Había quedado sano un hombre enfermo, y sobre eso, que es un milagro, los jefes del pueblo, ancianos, sumos sacerdotes, y otros, les preguntan ¿En nombre de quién han hecho eso? Entonces Pedro da su respuesta. De aquí debemos apuntar que lo que hacemos como discípulos del Señor lo hacemos en su nombre y esto hay que anunciarlo, porque no lo hacemos en nombre nuestro, cuando así más bien sucede se tergiversan las cosas para el discípulo y pronto llegará a la confusión, porque no está obrando para Jesús, sino para él mismo, llegará un momento en que se pregunte ¿Qué hago yo haciendo estas cosas, cuando podría hacer otras? Es importante dejar claro ante los demás que las cosas las hacemos en nombre del Señor, esto sienta que somos hombres de oración, que con él estamos en constante comunicación, que con él conversamos, que a él escuchamos, que a él lo recibimos, por tanto lo que hacemos lo hacemos por Él y en su nombre.

Pero la cita nos muestra aún otro detalle, dice que Pedro habló a los jefes y sumos sacerdotes, lleno de Espíritu Santo. Me pregunto sobre la manera como el autor se habrá dado cuenta de esto, pues no es la primera vez que lo menciona, pienso varias cosas al respecto. Puede ser una característica clara para ellos en el discurso de los apóstoles, es decir había algo que se notaba en la forma como hablaban, convencidos, con fuerza, con temor -quizá- pero fuertes, algunos detalles como estos que hagan pronta referencia a que se trataba de la acción del Espíritu Santo en ellos. Por otro lado pienso en alguna oración previa que ellos hacían para invocación del Espíritu Santo y que probablemente lo comentaron entre ellos, en los momentos que pasaban juntos o que quizá Juan, su compañero entonces, debió haber escuchado. Son sólo especulaciones mías pero abren una puerta de búsqueda sobre esto.

Finalmente vemos que Pedro, deja claro que Jesús es la piedra angular, la piedra que desecharon los arquitectos. Así, el Primer Papa, nos enseña que Jesucristo es la clave para nuestras vidas. Es la piedra sobre la cual debe construirse todo.

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