Cuando una persona está con el Señor no hace más que dar testimonio a los demás y contagiar una intensa alegría que tiene su fuente en aquél encuentro cotidiano, constante, con el Señor Jesús, quien viene a nuestro encuentro deseoso a través del Santo Espíritu de hacer su morada en nosotros. Santa María iba con el Señor en su vientre, ella, la bienaventurada, lo tenía, y vemos en el Evangelio de hoy que narra el pasaje de la visitación que nuestra Madre va con prontitud a visitar a su prima. Entonces María llegó a casa de Santa Isabel y relata el Evangelio que «en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo». Es el saludo de María, la que lleva al Señor Jesús con ella, el primer tabernáculo, y qué interesante prestar atención al detalle de lo que suscita en Isabel este saludo con ella, s...