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¿Qué haces cuando el Señor te responde?

No son pocas las veces que entramos a una capilla y nos ponemos a rezarle a Jesús pronunciando los pedidos que tenemos para él, entre estas peticiones también escapan algunas profundas y se confunden. Es así que le pedimos a Dios que nos ayude en un examen, en el trabajo, con algún problema en particular, le pedimos que nos libre de algo, le pedimos salud, etc., como de las segundas , pues también pedimos por cosas hondas, por anhelos no satisfechos, por necesidades espirituales, por nuestra propia felicidad, y esperamos su respuesta.

Quiero que nos detengamos hoy en las preguntas más hondas, preguntas sobre nosotros, cómo "Señor ¿qué hago para ser feliz?", es el caso del joven rico que nos plantea hoy el Evangelio, este joven se acerca al Señor, se pone delante y le pregunta ¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna? y con esta pregunta se abre el diálogo con el Señor Jesús, como aquel joven, muchos hoy también podrían estar en ese encuentro con el Señor si descubriesen la riqueza de la oración como un espacio de encuentro, de diálogo con el Señor Jesús. Entonces el joven preguntó y el Señor le responde rápido, luego el joven le dice que ya venía haciendo desde muy pequeño lo que le proponía, entonces el Señor, viendo que había una "tierra buena" da un paso más y «fijando en él su mirada, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme».

La pregunta que planteo es la siguiente cuando el Señor responde a nuestras peticiones y a nuestros anhelos y demás necesidades ¿Qué hacemos ante su respuesta? ¿Qué hace el joven rico? Tenemos como este joven dos opciones, hacemos lo que Jesús nos propone o no y seguimos en donde estamos. Este joven se va abatido por las palabras del Señor ¿Tu qué haces? también te vas porque te das cuenta que las palabras del Señor para tí suena muy difícil de realizar. "Ven y sígueme" le dice el Señor luego de plantearlo una acción que le ayudará a despojarse de aquello que no le deja dar el salto hacia la Vida Eterna que tanto clama desde su corazón y por eso la pregunta que le hace al Señor ¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? el Señor responde y el joven no. Este es el drama por el que pasan muchas personas hoy, y se alejan porque piensan que el Señor les ha pedido algo muy grande, muy difícil de hacer, porque les ha pedido mucho.

Pregúntate hoy qué haces con la respuesta que te da el Señor, ¿te das la vuelta abatido por sus palabras y te vas? o le quieres responder y sigues y te lanzas aunque a una primera vista veas las cosas difíciles.

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