Continuamos meditando el Evangelio del Domingo 4 de noviembre (Mc 12, 28-34), específicamente en la respuesta del Señor Jesús al escriba que hace la pregunta sobre qué mandamiento será el primero de todos. Ahora fijémonos en las palabras "el Señor, nuestro Dios, es el único Señor". ¿Lo es? ¿Es Jesucristo el centro de nuestras vidas? En todo caso esto se notará en nuestra vida cotidiana, pues el mundo también presenta algunos "señores" a los que mucha gente acoge y le da espacio en su vida. Se trata de falsos señores, pues te prometen algo que no son capaces de darte, te prometen vida y no te la dan, más bien al cabo de un tiempo se obtiene la muerte. Si es que Jesucristo es el centro de nuestras vidas es algo que se verá en cada obra que hagamos, cada manera de hablar, de relacionarnos con los demás.
" Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso... Con la medida que midáis, se os medirá " (Lc 6,36.38). Estas palabras del Señor Jesús nos tocan profundamente. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado midiendo nuestra compasión, calculando nuestro perdón, racionando nuestro amor? En este pasaje, Él nos invita a un ejercicio de conversión: aprender a amar como ama el Padre . Entre dos medidas: la humana y la divina Nuestra naturaleza humana tiende a calcular, a medir, a sopesar el dar y el recibir. Es muy comprensible: buscamos protegernos, queremos asegurar cierta reciprocidad. Pero Jesús nos presenta una medida diferente: la medida desbordante del amor divino. La misericordia de Dios no conoce límites, no lleva cuentas, no guarda registro de los agravios . Difícil ¿no? El desafío de la misericordia sin límites ¿Cómo amar a quien nos ha herido? ¿Cómo perdonar lo que parece imperdonable? La lógica humana nos empuja hacia la retribución, pero el Evangelio nos lla...
Comentarios
Publicar un comentario