Al inicio de la primera lectura que la liturgia nos propone hoy, encontramos que para el Señor es agradable que obremos en todo momento el bien y que compartamos los bienes que poseemos.
"Hagan siempre el bien y compartan lo que poseen, porque esos son sacrificios agradables a Dios" (Hebreos 13,16).
Estando a pocos días del inicio del tiempo de Cuaresma, es oportuno detenernos a reflexionar en estos dos aspectos fundamentales: obrar el bien y compartir lo que tenemos.
Dios nos capacita para hacer el bien
Es importante considerar que no podemos obrar el bien únicamente con nuestras fuerzas, pues es el Señor quien nos capacita para ello. Por eso, en primer lugar, debemos dirigirnos a Él en oración, pidiéndole que nos prepare, nos forme y nos ayude a mantener la mirada fija en hacer el bien a los demás.
A pesar de las muchas preocupaciones diarias, nuestro actuar debe estar guiado por este principio. En segundo lugar, nos corresponde poner en práctica el bien en cada acción: nuestras reacciones, decisiones, palabras y actitudes deben reflejar este compromiso cristiano.
Compartir: una decisión de vida
El segundo aspecto que nos presenta la Palabra de Dios es el compartir con los demás. Este llamado requiere de nosotros una opción de vida consciente. No basta con la intención; es necesario decidir compartir y hacerlo en la práctica.
Cada día se nos presentan diversas oportunidades para vivir esta enseñanza. No desaprovechemos los momentos que Dios nos concede para dar, ayudar y ser generosos con quienes nos rodean.
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