Basta con que Dios esté contigo, una mirada al servicio de la autoridad.
Leyendo un pasaje del primer capítulo del libro de Josué quise detenerme a reflexionar sobre la obediencia ya que es mencionada. Josué es a quien le tocará llevar a todo el pueblo de Israel hacia la tierra prometida pues Moisés recién había fallecido y él recibe este mandato directo de Dios "pasa ese Jordán, tú con todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy" (JOS 1, 2). Josué da algunas indicaciones a los oficiales y luego de estas le responden: "Todo lo que nos has mandado, lo haremos; dondequiera que nos envíes, iremos. Lo mismo que obedecimos en todo a Moisés, te obedeceremos a ti. Basta con que Yahveh tu Dios esté contigo como estuvo con Moisés".
Esta respuesta nos da una pista interesante sobre una expectativa auténtica respecto a alguien que representa autoridad "basta con que Dios esté contigo". Efectivamente es lo que basta. Al mirar al Santo Padre lo que los católicos experimentamos es que Dios está con él, que es un hombre de oración, un hombre de Dios.
Aquél que recibe este servicio como misión debe pues buscar estar siempre con Dios. Gozar de su tiempo con Dios, crecer en amor a Dios, fortalecerse con la fuerza de Dios, beber del agua que da Dios, alimentarse del alimento que nos ha dejado Dios.
Desde el punto de vista de los fieles, súbditos, según sea el caso, la expectativa no debe estar puesta en el hecho de encontrar un hombre o mujer, perfectos, como autoridad, es decir que no se equivoquen, que no cometan ningún error, esperar que todo lo hagan bien y juzgarlos desde esos ojos, por el contrario la mirada se debe fijar en que Dios esté con ellos y ellos respondan en cada decisión y acción al amor derramado sobre eloos. En efecto que sean hombres y mujeres de Dios.
Esta respuesta nos da una pista interesante sobre una expectativa auténtica respecto a alguien que representa autoridad "basta con que Dios esté contigo". Efectivamente es lo que basta. Al mirar al Santo Padre lo que los católicos experimentamos es que Dios está con él, que es un hombre de oración, un hombre de Dios.
Aquél que recibe este servicio como misión debe pues buscar estar siempre con Dios. Gozar de su tiempo con Dios, crecer en amor a Dios, fortalecerse con la fuerza de Dios, beber del agua que da Dios, alimentarse del alimento que nos ha dejado Dios.
Desde el punto de vista de los fieles, súbditos, según sea el caso, la expectativa no debe estar puesta en el hecho de encontrar un hombre o mujer, perfectos, como autoridad, es decir que no se equivoquen, que no cometan ningún error, esperar que todo lo hagan bien y juzgarlos desde esos ojos, por el contrario la mirada se debe fijar en que Dios esté con ellos y ellos respondan en cada decisión y acción al amor derramado sobre eloos. En efecto que sean hombres y mujeres de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario