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Escuchar, guardar y meditar en nuestro corazón las cosas de Dios

Israel escucha, es la invitación primera de Moisés a todo el pueblo, en la lectura que meditamos hoy como la primera. Escucha las leyes, escucha los decretos. Oír es el acto realizado por el órgano del oído, es decir percibir los sonidos, en cambio, escuchar implica prestar atención, y dar mi atención a algo lo hago porque interesa, porque es bueno para mí. Por tanto Moisés sabiendo que estos mandatos del Señor son buenos para su pueblo, y es necesarios cumplirlos para poder entrar a la tierra prometida, les dice "escucha".



"Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento".  Más que preocuparse en la imagen, se trata de ver más bien, los efectos de cumplir, practicar, vivir los mandatos del Señor. Nos da sabiduría y entendimiento y esto es lo que los demás verán en los que cumplen la palabra del Señor, en los que la ponen por obra.

Finalmente, nos invita Moisés al hablarle al pueblo, a guardar muy bien de no olvidar las cosas que hemos visto, a que no las apartemos de nuestro corazón mientras tengamos vida, nos dice también "cuéntenlas a sus hijos y nietos". No olvidar las cosas de Dios, no olvidar las manifestaciones que tiene con nosotros, sea en momentos de retiro espiritual o cotidianamente, o en las actividades que realizamos, el Señor se muestra y lo hace fuerte y a veces a manera de susurro, pero se manifiesta, tenemos que estar atentos, escuchar. Nos invita Moisés a no alejar de nuestro corazón esas experiencias, más bien, podríamos decir, como la Virgen María, guardarlas y meditarlas en nuestro corazón. Para esto, el acto de contarlas, de dar testimonio de la Verdad, de la presencia de Dios en nuestras vidas, ayuda.

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