Todos necesitamos ser orientados, un pastor que nos guíe

Muchas de las manifestaciones de un mundo que quiere vivir sin Dios, lejos de él, sin saber mucho sobre su existencia, son contrarias a una experiencia muy humana, que es la de necesitar la dirección, necesitar ser guiados en las cosas que hacemos, ya sea trabajo, cuando aprendemos a hacer algo, cuando estamos por primera vez ante una experiencia. En una orquesta, por ejemplo, aunque haya un conjunto de los mejores instrumentistas, sean violinistas, trompetistas, percusionistas, etc. Todos ellos necesitan de un director; una empresa necesita un gerente, una escuela o universidad necesitan de un director y un rector, un barco necesita de un capitán.

La Primera Lectura que la liturgia nos propone en este día (Miq 7, 14-15. 18-20) comienza con una súplica que expresa esta necesidad del hombre, cuando dice: "Señor, pastorea a tu pueblo con tu cayado, al rebaño de tu herencia, que vive solitario en el bosque". Esta oración, elevada por el profeta Miqueas, se dirige al Señor, pidiendo esa dirección que nosotros, ovejas, necesitamos.



Señor pastorea a tu pueblo con tu cayado

Dirígenos, enséñanos por donde caminar, tú el Señor de la Vida, por tanto el que conoce la vida, embates y buenos caminos, guíanos. Es la oración que debemos dirigir al Señor cada día, pues es Él quien sabe por donde debemos caminar cada uno de nosotros, él nos hizo, él nos creó, él ha puesto en nosotros talentos, dones, sabe cómo debemos usarlos para llegar a nuestra meta, sabe cómo podemos ponerlos al servicio de los demás.

Somos un rebaño que necesita ser guiado por el cayado del Señor. Si es así ¿Por qué rechazamos a los pastores que tenemos? ¿Por qué no queremos aceptar las pautas para vivir mejor? ¿Por qué nos hacemos los sordos? ¿Por qué no ponemos por obra? Y es que, creo que la mayoría de las veces la dirección por la que nuestro Buen Pastor nos lleva es contraria a la que nuestro hombre viejo quiere recorrer, también porque nuestra vida suele estar más dominada por aquellos actos que devienen del poder, tener y placer. Y no nos gusta girar el timón, no nos gusta obedecer, nos cuesta.

Este es el costo de ser dirigidos, de ser guiados, implica de todas maneras, hacer algo que no se acomoda a nuestros gustos y disgustos, que no se acomoda a nuestras conveniencias.

El Señor es nuestro Buen Pastor, que nos guía como ovejas para ir por buen camino. Como dice el Salmo de hoy, él no nos acusa, al contrario, perdona nuestras culpas, cura nuestras enfermedades, viene a nuestro rescate, nos saca de la fosa, nos colma de gracia y ternura, no nos trata como merecemos por nuestros pecados, más bien se levanta sobre nosotros toda su inmensa bondad.

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