Ir al contenido principal

La Vida Eterna la merece aquél que produzca frutos

Las lecturas de hoy mantienen una relación estrecha con las de ayer, desde cierto punto de vista. Ayer  escuchábamos a Jeremías que nos invitaba a poner nuestra confianza en el Señor y al hacerlo así seríamos como un árbol plantado junto al agua, y esta planta no dejará de dar fruto. Más adelante decía Jeremías que el Señor penetra el corazón y sondea las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.

Hoy nos encontramos con una historia muy conocida, la de José, aquél vendido por sus hermanos como esclavo porque veían el amor que le tenía su padre Israel y habían escuchado del sueño que su padre tuvo (Gn 37, 10) y se pusieron celosos y tuvieron envidia de eso, se trata del joven que luego interpretará los sueños del Faraón de Egipto y será ascendido como asesor del Faraón, hasta ser el encargado de administrar los bienes de Faraón.



El que pone su confianza en el Señor nunca tendrá mal destino, "cuanto emprende tiene buen fin", como leíamos en el salmo de ayer (Salmo 1). El Señor irá corrigiendo el camino, pero puesta la confianza en él, no nos dejará equivocarnos, y si otros nos empujan por otros caminos, él sale a nuestro encuentro y nos lleva por caminos correctos, porque confiamos en él.

Me pregunto ¿Acaso José sabía el final de esta historia? probablemente ante ese panorama de ser vendido como esclavo se podía imaginar lo peor, me hace recordar también a la historia del Cardenal Van Thuan, preso por muchos años, sin poder imaginar si quiera en donde acabaría toda la historia por la que atravesaba, pero si leemos sus pensamientos entonces entenderemos que se trata de un hombre que tenía bien puesta su confianza y su esperanza en el Señor. Estos hijos de Dios son los que dan mucho fruto.

En la historia de José, más adelante podremos ver que Dios no lo deja sólo, el Señor lo asiste (Gn 39, 2) haciendolo un hombre afortunado.

En el Evangelio de hoy (Mt 21, 33-43, 45-46) hacia el final el Señor nos dice: "Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que produzca frutos". Es lo que mereceremos en tanto produzcamos los frutos que el Señor espera de nosotros, los frutos para los cuales Él nos ha dado los talentos y dones necesarios para poder hacerlo. En tanto vivamos con nuestra confianza puesta en el Señor produciremos esos frutos, porque en donde estemos nada más nos preocupa que estar haciendo lo que el Señor quiere de nosotros, para poder entrar por la puerta estrecha, nada más porque tenemos la mirada puesta en el Cielo, en nuestra Casa, la Casa del Padre en donde Él nos espera.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El hijo y el esclavo

Hoy escucharemos del Señor Jesús esta enseñanza «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). En aquel diálogo le responden "nunca hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?".  Nuevamente vemos que no entienden al Maestro, son palabras que no son acogidas, que como él mismo dice más adelante su palabra no penetra en ellos. Vemos en esta primera enseñanza un presupuesto para ser discípulos del Señor Jesús, mantenernos fieles a su Palabra, perseverantes en la escucha, la acogida y la concresión. Pero como la Palabra del Señor no es acogida ellos reaccionan ante algo que les incomoda, que el Señor les haya dicho que la verdad que él trae les hará libres, por eso responden a eso, ante lo cual Jesús responde dejándonos una enseñanza sobre lo que significa ser hijos y por otro lado ser esclavos. Hoy responde en el evangelio: «Os aseguro que quien comete pecado es es...

El árbol plantado junto al agua, la figura del que confía en el Señor

"El que pone su confianza en el Señor, será como un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces". Dice la primera lectura que nos propone hoy la liturgia y está tomada del libro de Jeremías  (Jer 17, 5-10).  En la lectura se presentan tres beneficios para el que practica esta confianza en el Señor. Es bendito. Recibe la bendición, pues el que, por el contrario, confía más en sí mismo, recibe la maldición porque ha apartado su corazón del Señor. El que pone su confianza en Dios recibe bendiciones , será bendito a los ojos de Dios. La lectura plantea una segunda figura: "cuando llega el calor no teme". Ante la intensidad de los rayos del sol, las hojas del árbol pueden comenzar a secarse, sin embargo el árbol plantado junto al agua no tiene por qué "preocuparse" pues aunque sea muy intenso el calor sus hojas estarán siempre verdes . La experiencia de aquél que está siempre junto al Señor será esta, no tiene de qué temer, pues aunque...

Las 3 preguntas y las 3 respuestas de Jesús a Pedro

"Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»." (Jn 21, 17) Este pasaje forma parte del evangelio de Jn 21, 15-19  en el cual encontramos las tres preguntas del Señor Jesús a Pedro y a su vez, las tres respuestas del Maestro.  Para entender a fondo la raíz de estas preguntas y respuestas nos viene perfecto dar una mirada a lo escrito por el papa Benedicto XVI al reflexionar sobre estas palabras. La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (...