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Es Dios quien nos hace crecer - Primera parte

San Pablo nos da hoy una hermosa catequesis en esta carta a los Corintios, primero invitándonos a dar un paso, a madurar para poder recibir la comida y dejar la leche, como los niños que de la leche pasan luego a algo más, nos exhorta a dejar de proceder según lo humano. Esto es tarea nuestra, en donde ayudados y auxiliados siempre por la gracia de Dios, importa nuestros esfuerzos, Dios no deja de estar allí, con nosotros, él es quien nos hará crecer.

Leamos la cita...

I Corintios 3, 1-9
«Hermanos, no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano. 
Cuando uno dice "yo soy de Pablo" y otro, "yo de Apolo", ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios».
Meditaremos ahora la primera parte (el primer párrafo). El Apóstol manifiesta que quiso dirigirse a esta comunidad, como a "hombres de espíritu" y no lo hace porque se encuentra con gente que todavía procede según la carne, les llama "gente carnal", por esta razón los alimenta con leche, como a niños y no con comida, como lo haría con adultos.

Nos ha trazado el norte, se trata pues de que alcancemos a ser hombres de espíritu y dejemos cada vez más de ser gente carnal, más adelante explica en qué consiste esto, dice que mientras exista envidias, contiendas, rivalidades, es decir mientras nos dejemos guiar, llevar por los instintos carnales, entonces somos todavía gente carnal, así, seguimos procediendo según lo humano.

Entonces debemos entender que para pasar de la leche a la comida debemos dar el paso que nos indica San Pablo, combatir con lo que venga de ese "hombre carnal". Debemos colaborar con la gracia que Dios derrama sobre nosotros con este combate de nuestra parte, hagamos el ejercicio, luchemos y no hagamos caso, rechacemos esas pasiones o deseos que están guiados por lo carnal.

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