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El Señor nos conoce ¿dejamos que él nos guíe a la santidad?

Hoy, jueves eucarístico, el Señor nos regala en la liturgia de la Palabra, a través del salmo, algunas direcciones para la oración ante él, expuesto a nuestros ojos en la santísima eucaristía, encontraremos lo señalado en la primera y la última estrofa del salmo. Meditemos pues estas estrofas.
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares. R. 
Él nos conoce, ciertamente, y la palabra sondear es una conjugación de sondar que significa hacer las primeras averiguaciones sobre alguien o algo, en este sentido el Señor Jesús sondea nuestro pensamiento porque los penetra, partiendo de esta premisa ¿cómo no acercarnos a aquél que me conoce a tal punto? ¿cómo no dirigirme a él para preguntarle si lo que hago está bien, si voy por el camino que él ha trazado para mí? Esta primera estrofa puede hoy ser la introducción a nuestras oraciones personales, antes de conversar con el Señor Jesús podemos decirle "Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces...; penetras mis pensamientos..." y luego sabiendo esto conversar con él.
Señor, sondéame y conoce mi corazón, / ponme a prueba y conoce mis sentimientos, / mira si mi camino se desvía, / guíame por el camino eterno. R.
Y por último nos topamos con esta estrofa, que llama mi atención respecto a la confianza en Dios, pues decirle sondéame, conóceme, al Señor es poner nuestra vida a su disposición, para que sea tomada por él, para que nos eduque, nos forme, todo, con la intención de que sea él quien nos guíe hacia la vida eterna, que vea que nuestros pasos sigan el camino correcto, hacia la santidad.

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