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Es Dios quien nos hace crecer - Segunda parte

Continuamos con la meditación de la segunda parte de la carta del Apóstol San Pablo a los Corintios. Para recordarla volvemos a poner la cita. Ahora fijémonos en el segundo párrafo.

I Corintios 3, 1-9
«Hermanos, no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano. 
Cuando uno dice "yo soy de Pablo" y otro, "yo de Apolo", ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios».
En el trabajo que emprendemos en nosotros mismos cuando asumimos el combate cotidiano que implica la vida del cristiano, sea con los placeres y atracciones del mundo, con nuestro hombre viejo y sus malos hábitos y deseo de quedarse en el ayer, o con las tentaciones del demonio, es importante entender que detrás de los pasos y logros que alcanzamos está Dios, él es quien nos hace crecer, solos no podemos, como se nos recuerda en el Evangelio de San Juan «El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5).

San Pablo insiste en este aspecto de la vida cristiana, dice que no importa Apolo o Pablo que son quienes llevaron a la fe a la comunidad a la que se dirige, más bien cada uno de ellos lo hizo por encargo del Señor, y remarca, usando la figura del crecimiento de una planta, que él plantó; Apolo, regó y Dios fue quien hizo crecer. El Apóstol acentúa la importancia de lo que Dios hace con cada uno, para que también se dirijan a él pidiendo por su propio crecimiento, tienen que mirar a quien los ayudará y auxiliará en el crecimiento, para pasar de gente carnal a hombres de espíritu, además de su propio esfuerzo en su combate cotidiano, deben rezar, pedir a Dios intensamente por ese crecimiento.

Aquellos que hacen apostolado y ayudan, sea plantando las semillas o regando, son los que se encargan de llevar a las personas a la fe, es la misión que acogemos junto con Santa María, de la mano de ella vamos a realizar lo que se nos encomienda, pero el trabajo del crecimiento de las plantas que sembramos y regamos es de Dios, por eso que nos corresponde colaborar rezando intensamente, por el crecimiento de cada una de las personas   que nos han sido encomendadas, Dios es el que obrará en el crecimiento de ése rebaño.

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