Lecciones del apóstol Santiago para la vida cotidiana. Parte 1

El apóstol Santiago hoy nos da algunas lecciones que nos ayudan a ser mejores personas, mejores cristianos, que ahora intentaremos desarrollar. Ponemos el texto de la primera lectura del día de hoy más abajo. Para la consulta.

Lección 1: Prontos para escuchar, lentos para hablar

En estos tiempos tratar de vivir la virtud del silencio se hace un poco difícil, pues la velocidad de información que viene y va en las redes sociales ha ido construyendo algunos hábitos contrarios a esta virtud requerida como base para poner por obra la lección que nos da Santiago. "Escuchar" el mensaje de una persona, que implica atención y concentración en lo que dice, es algo que cuesta porque ya pronto se piensa en opciones para responder o sino es en otras cosas que decir también, y atropellamos el mensaje y damos paso a otro, hay mucha información de diverso tipo que  recibimos, y nos acostumbra a una necesidad de hablar de muchos temas sin desarrollar a profundidad uno sólo. Podemos decir que implica de nuestra parte un ejercicio ascético, que realmente requiere que nos hagamos violencia y nos esforcemos por prestar atención de manera íntegra a quien nos habla. Nuestra mente debe estar concentrada. La prontitud para la escucha también pide de nosotros que seamos reverentes con los demás, que estemos atentos.

Estos esfuerzos nos educan también en la lentitud para hablar. Ya escuchamos una palabra sobre la cual tenemos información y parece como que hubiesen hecho "clic" en un "link" que pronto abre a otra ventana sobre el tema. Debemos esperar. No atropellar al que habla, tendremos nuestro tiempo para decir lo que queremos decir. De otra manera se aplica esta enseñanza a los momentos en los que alguien dice algo que no nos gusta y rápido queremos responder, llevados en la mayoría de veces por nuestras pasiones, y nuestra respuesta termina siendo peor que lo dicho primero, la lentitud al hablar nos obliga a pensar bien lo que vamos a decir, a veces no siempre se tiene que hablar, pues nuestro silencio ante algunas palabras de otros dice o expresan mucho.

Lección 2: Lentos para la ira

Santiago también nos invita a ejercitarnos en el dominio de nosotros mismos, ser señor de mí, tener dominio sobre esta pasión que nos lleva a responder con acciones no caritativas, esta ira, como dice el apóstol, "no obra la justicia de Dios". Dejándonos llevar por la ira no vivimos la caridad que Dios quiere que vivamos. Entonces en esta carta se nos dice que seamos lentos para la ira, es decir como que frenemos ante esos sentimientos o impulsos. Dice Tanquerey, que la ira es una desviación del sentimiento instintivo que nos impulsa a defendernos cuando somos atacados, rechazando la fuerza con la fuerza. Entonces requiere de nosotros que nos esforcemos por dominar esos movimientos interiores y esto podemos comenzar a lograrlo ejercitándonos en lo que nos recomienda Santiago, que en el día a día seamos "lentos" para la ira.

(... sigue en la segunda parte)

Lectura tomada de la carta del apóstol Santiago
Sant 1, 19-27
19 Tenedlo presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar, tardo para la ira. 20 Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por eso, desechad toda inmundicia y abundancia de mal y recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas. 22 Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno se contenta con oír la Palabra sin ponerla por obra, ése se parece al que contempla su imagen en un espejo: 24 se contempla, pero, en yéndose, se olvida de cómo es. 25 En cambio el que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene firme, no como oyente olvidadizo sino como cumplidor de ella, ése, practicándola, será feliz. 26 Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. 27 La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo.

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