Prediquemos la conversión

"Levántate ... y predícale el mensaje que te digo" Le dice el Señor a Jonás, se refiere a ir a la Ciudad de Nínive y predicarle la conversión, que cada cual se convierta de su mala vida y de los malos actos, de lo contrario la ciudad sería destruida en cuarenta días.

Estos días de Cuaresma son un tiempo de renovación que nos da la Iglesia, un gran retiro espiritual, para revisarnos y convertirnos, en la mente, corazón y nuestros actos. Implica de nuestra parte hacer una opción seria por estar atentos a la Palabra de Dios que la liturgia nos va proponiendo y de esta manera dejar que ella nos cuestione, nos confronte con la verdad, que nos veamos con la luz de la Palabra de Dios. Es un tiempo que debemos aprovechar para trabajar en serio por nuestra propia conversión. Urge esto para poder cambiar el mundo, para iniciar un trabajo fuerte por la revolución del amor en nuestra sociedad.

Hay un detalle interesante en ése "Levántate y predícale", y es que el Señor necesita más de sus discípulos ahora, en este tiempo, para predicar esta conversión, los apóstoles de hoy debemos ser los que prediquemos a los que están a nuestro alrededor sobre esta conversión y anunciarles con la palabra y con nuestro testimonio a todos que debemos convertirnos. Los demás necesitan ver en nosotros que eso que predicamos es realmente posible y que los realiza.

"Y vio Dios"... luego de la predicación de Jonás, los ninivitas lo escucharon, y la lectura nos dice que Dios vio sus obras, la conversión de su mala vida, y se compadeció de ellos y se arrepintió de la catastrofe que iba a suceder con Nínive y no fue ejecutada. Dios está atento a nuestra respuesta. Espera nuestra conversión. Crezcamos en nuestra relación con él, conversemos con él, escuchémoslo a través de su Palabra en este tiempo, dejemos que nos hable, confrontémonos con esa luz de verdad, y cambiemos, pues Él sabe lo que nos hace felices y eso es lo que nos propone.

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