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Dios no quiere que uno de sus hijos se pierda

Meditemos una parte de la lectura del Evangelio de hoy...
«12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? 13 Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las 99 no descarriadas. 14 De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
Esta es una segunda parte, pues antes, los discípulos le han preguntado al Señor sobre quién es el mayor en el Reino de los Cielos y Jesús, trayendo un niño a su lado les dice: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos».

Ahora el Señor habla sobre aquella oveja que se descarría, que se sale del camino por el que viene caminando, también hacia el Reino, ciertamente, el asunto es que ésta oveja se pierde. Dice Jesús que el hombre, dueño de las ovejas, deja a las 99 para ir a buscar a la descarriada y al encontrarla esto le produce más alegría que estar con las 99 no descarriadas.

Dios no quiere que uno de sus hijos se pierda. Son palabras que debemos tener cada día más presente, porque nos ayudarán a combatir con cada uno de los obstáculos que encontremos en el camino hacia ése Reino de los Cielos del cual el Señor nos habla, en el camino de hacernos como niños para entrar y estar con él por toda la vida. Dios no quiere que un hijo suyo se pierda, por lo tanto él siempre está a la expectativa de cada una de sus ovejas, en tanto una no puede seguir el camino, la lleva a sus hombros y continua hasta que pueda seguir.

Acudamos siempre a aquél que nos quiere ayudar para seguir el camino, no nos cansemos de buscarlo.

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