Ir al contenido principal

"Levántate y come que el camino es superior a tus fuerzas" - Parte I

Asustado por una persecución que atentaba contra su vida, Elías comienza el camino para salvar su vida, luego de haber dejado a su criado en "Bersebá de Judá", caminó por el desierto una jornada de camino y luego fue a sentarse bajo una retama, que es un arbusto, estando allí Elías, según leemos en el primer libro de los Reyes, "se deseó la muerte y dijo: basta ya, Yahveh, toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres", luego se acostó y se quedó dormido bajo la retama.

Hasta aquí, es interesante encontrar en la liturgia de este Domingo, en la primera lectura, este pasaje de la vida del profeta Elías, el camino por el desierto ha sido siempre un camino exigente, agotador, que implica desgaste por las características del clima y el territorio desértico, en fin, este pasaje nos puede recordar también el camino de la vida, también es un camino agotador, un camino en el que nos encontramos con nosotros mismos, pues avanzamos solos, como lo hizo el profeta, ya que antes había dejado a su criado, es un camino que cuesta.

En nuestras jornadas diarias podemos encontrar dificultades y obstáculos, fruto de la relación entre lo externo y nuestro interior, es decir hay algunas complicaciones que las encontramos afuera, otras adentro, en nosotros mismos, y muchas en esa relación de nosotros con lo que está allá afuera, con la realidad, y esto es natural, la vida es así, el que se compromete con ella, encontrará dificultades, son parte.

El asunto es que muchas veces experimentamos lo mismo que experimenta el profeta en el pasaje que vamos meditando, es decir pensamos que no merecemos vivir, que no somos buenos, nos comparamos con otros, siguiendo nuestro camino nos desesperanzamos, nos desanimamos, desalentamos, nos ponemos negativos, viene la tristeza, depresión, males muy presentes en la actualidad.

Pero sigamos con el pasaje.

Entonces Elías se había quedado dormido bajo una retama, sucede que estando dormido un ángel le tocó y le dijo "levántate y come", luego que comiera el ángel hizo lo mismo por segunda vez, diciéndoles "levántate y come, porque el camino es demasiado largo para tí", así lo hizo Elías y después con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.

En otra traducción encontramos "levántate y come que el camino es superior a tus fuerzas". Es interesante meditar en esto, pues muchas veces podemos constatar esto en la realidad, que el camino que vamos caminando es realmente superior a nuestras fuerzas, recordemos que Elías inicia este camino para salvarse de la amenaza de perder la vida frente a la persecución de Jezabel, el profeta entonces quiere salvarse.

Haciendo un paralelo con la vida, nosotros caminamos también en busca de la salvación, caminamos con una meta en esta vida, queremos salvarnos, aunque muchas veces esta meta no está muy presente en la vida de la gente, y varios caminan sin horizonte, sin un fin, sin una meta que trascienda las metas materiales.

Continua...

Comentarios

Entradas populares de este blog

El hijo y el esclavo

Hoy escucharemos del Señor Jesús esta enseñanza «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). En aquel diálogo le responden "nunca hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?".  Nuevamente vemos que no entienden al Maestro, son palabras que no son acogidas, que como él mismo dice más adelante su palabra no penetra en ellos. Vemos en esta primera enseñanza un presupuesto para ser discípulos del Señor Jesús, mantenernos fieles a su Palabra, perseverantes en la escucha, la acogida y la concresión. Pero como la Palabra del Señor no es acogida ellos reaccionan ante algo que les incomoda, que el Señor les haya dicho que la verdad que él trae les hará libres, por eso responden a eso, ante lo cual Jesús responde dejándonos una enseñanza sobre lo que significa ser hijos y por otro lado ser esclavos. Hoy responde en el evangelio: «Os aseguro que quien comete pecado es es...

El árbol plantado junto al agua, la figura del que confía en el Señor

"El que pone su confianza en el Señor, será como un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces". Dice la primera lectura que nos propone hoy la liturgia y está tomada del libro de Jeremías  (Jer 17, 5-10).  En la lectura se presentan tres beneficios para el que practica esta confianza en el Señor. Es bendito. Recibe la bendición, pues el que, por el contrario, confía más en sí mismo, recibe la maldición porque ha apartado su corazón del Señor. El que pone su confianza en Dios recibe bendiciones , será bendito a los ojos de Dios. La lectura plantea una segunda figura: "cuando llega el calor no teme". Ante la intensidad de los rayos del sol, las hojas del árbol pueden comenzar a secarse, sin embargo el árbol plantado junto al agua no tiene por qué "preocuparse" pues aunque sea muy intenso el calor sus hojas estarán siempre verdes . La experiencia de aquél que está siempre junto al Señor será esta, no tiene de qué temer, pues aunque...

Las 3 preguntas y las 3 respuestas de Jesús a Pedro

"Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»." (Jn 21, 17) Este pasaje forma parte del evangelio de Jn 21, 15-19  en el cual encontramos las tres preguntas del Señor Jesús a Pedro y a su vez, las tres respuestas del Maestro.  Para entender a fondo la raíz de estas preguntas y respuestas nos viene perfecto dar una mirada a lo escrito por el papa Benedicto XVI al reflexionar sobre estas palabras. La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (...